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jueves, 12 de octubre de 2023

 

El Arte de Cuidar     

            Hoy celebramos el XXII Encuentro de hospitaleros y hospitaleras del camino  portugués a Santiago.

Un dia para recordar el trabajo y dedicación de todos.

            Nos cuenta el diccionario que “hospitalero” es aquella “persona caritativa que hospeda en su casa”, o lo que es lo mismo la persona que recibe y acoge a los demás, con cuidado y con cariño.
            Al igual que el hospitalero recibe al peregrino en cada albergue con cuidado y con cariño, es el Camino portugues quien nos hospeda a todos. El Camino  portugués es una gran casa sin puertas que nos acoge bajo un techo de cielo, un techo húmedo de nubes unos días, azul, brillante y estrellado otros, una casa orientada al norte con vistas a los bosques hacia un lado, y al Océano hacia otro.

            Y al caminar entramos en casa, nos acomodamos en rocas con musgo como sillones, recorremos el largo pasillo flanqueado de silveiras, nos recogemos juntos en dormitorios como cuando éramos niños, y sin darnos cuenta, nos hacemos familia.

            El camino nos orienta, nos mima, nos arranca sonrisas, nos acompaña y nos acaricia con ramas de carballos y vientos del Atlántico. El Camino nos escucha, nos comprende, nos cura, nos redime y nos protege. El Camino es una madre generosas y amable, hecha de tierra, distancias, vidas e historias. El Camino cultiva el Arte de cuidar. El Camino es una hospitalera.

            Al igual que el Camino con nosotros, como hospitaleiros queremos perfeccionar el Arte de Cuidar, dando acogida a esta gran familia de peregrinos que se deja caer exhausta tras la caminata, recordarles que pueden descansar, que están en casa. Ese compromiso con el cuidado nos ha traido a un año lleno de actividades, exposiciones, nuevos amigos y nuevas rutas. Además hemos dedicado un esfuerzo en la mejora de nuestro albergue, aquí en Pontevedra.
            Si este año el Camino Portugués ha acogido a cerca de 150,000 personas de todo el mundo, es quizás porque cada vez más, vengamos de donde vengamos, necesitamos sentirnos acogidos, sentir el cariño y el cuidado, sentir el abrazo el Camino..

            Pero el cuidado es un diálogo, necesita reciprocidad. Para poder ser cuidados, es importante cuidar.

            Quizás por eso, este año os propongo una reflexión

.           ¿Cómo podemos dar cariño al Camino? ¿Cómo devolver cuidado a esta madre hospitalera que nos acoge? ¿Qué es lo ella  necesita? ¿Qué es lo que le duele?

            ¿Qué podemos hacer por ella? Por la transparencia de sus ríos., por la belleza de sus paisajes., por la exuberancia de sus bosques., por la vitalidad de sus pueblos., por el porvenir de las personas que lo habitan, por su riqueza y legado histórico, por su capacidad de aceptar a todos, por la paz de sus sonidos

            Pero sobre todo, ¿cómo saber ella que estará ahí mañana, protegiendo a nuestros nietos cuando necesiten cuidado, y a las generaciones futuras que necesitarán su cariño tanto como nosotros?

            Por tanto, os invito hoy, queridos amigos y compañeros hospitaleros, a invitar a alguien más a nuestra casa, a esa madre Camino, la hospitalera a la que tanto debemos. Os invito a convertiros en los hospitaleros no solo de los caminantes, sino también del Camino.

            Y en este destino entrelazado, aprendamos a construir un futuro de cuidado y cariño mutuo..

            Sin más, gracias por estar aquí un año más, por vuestra dedicación y amor hacia esta ruta sagrada.

            Que sigamos caminando juntos en este y en muchos otros caminos, porque quizás el mensaje secreto de nuestra madre Camino es que todo camino que tomamos es el Camino.

                                                                                                                        30 septiembre 2023

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Pontevedra

DIA de UVAS e MILLO

“Dise que no seu peregrinar por terras galegas, o Apóstolo Santiago fixo unha parada nunha casa situada na Santiña, próxima a ponte do Burgo. En agradecemento pólas atencións recibidas, cando se despediu dixo aos propietarios que o terreo que forma parte da casa que lle deu hospedaxe que este campo sería o que daria os primeiros froitos e que madurarían o dia que se conmemorase o seu morte. O ´milagre´ parece ser que se produciu segundo as indicacións do santo, xá que os froitos maduran antes do tempo no terreo onde di a tradición que descansou Santiago. Desde entón , a devoción foi en aumento e todos os anos se recorda este feito cunha procesión na que a imaxe sae da igrexa a ombros dos fieis e fai unha parada no terreo no que a tradición di que descansou o Apóstolo.Unha vez alí un dos membros da familia coloca um acio de uvas e unha rama de millo a xeito de ofrenda. A imaxe do santo regresa logo á igrexa, aínda que antes os asistentes son invitados a viño e rosca, como é tradicional.” ( Diário de Pontevedra 24/7/2011)

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Flecha Amarilla

Flecha Amarilla

LA FLECHA AMARILLA, LA FLECHA DE LA SOLIDARIDAD

LA FLECHA AMARILLA, LA FLECHA DE LA SOLIDARIDAD

Bajo la flecha amarilla no figura logo alguno, ni de empresas ni de instituciones: su único patrocinador ha sido la solidaridad. Por eso es una marca sencilla, sin pretensiones, elaborada con pintura barata de un modesto amarillo que no ha querido hacerse de oro en ese gran negocio colectivo que tienta todo lo vinculado con la Ruta Xacobea. Simplemente está ahí, trazada no se sabe por quién, en todos aquellos lugares donde los peregrinos corren riesgo de despiste.



Elías Valiña, cura de O Cebreiro, fue el inventor de la marca, pero lejos de reclamar derechos de autor, los suyos han recibido como herencia la obligación de mantener la flecha. Pilar A. Valiña (Sarria, 1955), su sobrina, habla orgullosa de ese legado: "En sus últimas voluntades, pidió a la familia que nos encargásemos de la señal". Y así lo hacen, con la colaboración de las asociaciones de amigos del Camino.



Elías Valiña fue destinado como párroco a O Cebreiro en 1958. El sacerdote llegó a una casa rectoral en muy mal estado que hacía las veces de hospedería, y oficiaba en un templo con suelo de madera. Valiña hizo la tesis sobre el Camino de Santiago, lo que despertó su interés por la ruta.



Elías Valiña impulsaba cambios desde la aislada Pedrafita que se extendían a toda la ruta. En sus conversaciones con los peregrinos, recibía quejas sobre lo difícil que era no perderse, por lo que decidió tomar cartas en el asunto. Compró a bajo precio pintura sobrante de las obras de señalización de carreteras, cargó los botes en su coche un dos caballos Citroën y partió hasta Roncesvalles, (de ahí el color amarillo). Luego, desde Saint Jean Pied de Port, regresó por el Camino Francés, parando en todos aquellos lugares donde uno podía dudar y tomar la senda equivocada. En ellos, pintaba una flecha amarilla, volviendo todos los años a hacer el viaje para repasar las marcas.



Durante años, Elías Valiña dedicó todos sus esfuerzos al Camino. De su mano nacieron muchas asociaciones de amigos del Camino, que hoy colaboran en la conservación de la flecha amarilla. Pero han surgido, además, los que no colaboran: la flecha ha sido víctima de la picaresca, y no falta quien imita la señal cambiando la dirección para desviar a los caminantes a mesones y hospedajes.



La flecha amarilla se convirtió en el símbolo de los peregrinos del Camino de Santiago y hoy podemos verla en muchos lugares de Europa, por donde pasa un Camino hacia Santiago.